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sábado, 18 de febrero de 2017

TAN SOLO LEÍAMOS UN LIBRO

La novela que llevaba en las manos era The Godfather, de Mario Puzzo. Cuando ojeaba su novela ansiaba saber inglés. Como en su día ansié leer y hablar francés. Ese libro de edición Bantam de bolsillo sobrevuela mis recuerdos. Vuela. Luego se para y sus páginas se van abriendo a modo de abanico movidas por el aire. Leer para que el tiempo se haga imaginación en momentos en que el tiempo puede resultar aburrido o vacío. De nuevo la letra impresa. La magia de las palabras. Todas
ellas se vuelven símbolos. "Novela". Repito el sonido. No tengo prisa. "Novela". El sonido aislado ya es una sensación extraña. Oiga, usted siempre está con eso de lo extraño. ¿No será porque odia la realidad tal como es? ¿Perdone? No puedo evitar que la realidad se torne extraña. Usted también me resulta extraño. ¿No ha descubierto que el mundo puede resultar una extrañeza permanente? "Mundo", "Novela". "Usted". Es todo un mundo. Qué mundo. Mundanal. Mundano. Mi mundo. Tú mundo. Cuál es tú mundo, le pregunté a ella recostados sobre la playa. Muy diferente al tuyo. ¿Te gustaría conocer mi mundo? me dijo. América. Las alas de la imaginación vuelan a América. Texas. Grandes espacios. Horizontes. Costumbres diferentes. Houston, Dallas, San Antonio. Austin. El Río Colorado, el Trinity, el Río Grande River, Calor. La humedad del Golfo. Corpus Christi. Beaumont. Pasadena. Los mexicanos se acercan al restaurante. Los grandes coches circulan sin apenas oírse el motor. Suaves. Sigilosos. Las calles. Casas con césped o jardín abierto y entrada a garaje. A veces la calle entra en un bosque o atraviesa espacios de praderas. Quizás haya un pequeño lago o estanque. Las iglesias parecen sacadas de un libro de cuentos. Apenas se ve gente. Es raro ver gente por la calle. Pájaros de todo tipo. Cuervos sobre todo. Ardillas libres y juguetonas.
No. No es mi mundo. ¿Me puedes leer un trozo de tú libro? Quiero oír el inglés. Tus sonidos en tú mundo. La extrañeza de otro mundo. Mi extrañeza en otro mundo. Lo extraño de mí mismo que desconocía. Una vez extraño contigo mismo entre lo extraño jamás podrás retornar a ninguna realidad domesticada,

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