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martes, 26 de enero de 2016

VESTIMENTA

Cómo se le ocurre vestir así; oiga por favor, cómo se le ocurre llevar esa ropa tan triste y tan desaliñada. Cómo se le ocurre cubrir ese cuerpo tan gastado con esas ropas tan indignas, tan raídas, tan viejas, tan gastadas, tan sudadas, tan descompuestas, tan grises y tan desteñidas... Por favor, usted no tiene gusto de nada, usted está abandonado, se abandona miserablemente; se aísla de la vida para meterse entre esos trapos inmundos tan desgarbados, tan malolientes, tan podridos.. Oiga, por favor, ¿no sé da usted cuenta que su cuerpo merece una apariencia más digna, más humana, con más porte, con más alegría, con más dignidad y fisionomía... ¿Y su ropa interior? ¿Cómo estará su ropa interior? Eso es lo que la gente que le mira y le ve por los paseos de la ciudad y por los grandes cafés; pues esa gente se preguntará ¿y cómo llevará la ropa interior este señor? Oiga, ¿necesita usted dinero para comprarse ropa? ¿No ve que tiene las rodilleras gastadas y se le ven las carnes? ¿No se da cuenta que toda la culera está ya transparente de tantos siglos de uso y se le ven esos muslos tan magros, peludos y blanquecinos casi al denudo? Oiga, esto es vergonzoso. Insoportable. Fíjese en esa bragueta sin botones y llena de manchas negras de tanto tocarla por su uso fisiológico... Oiga, me está haciendo vivir muy malos ratos contemplándole; me está usted haciendo sentir culpable de su ropa, de su triste y miserable aspecto. A veces no duermo pensando en su ropa y lo que esa ropa representa para mi negocio, para mi familia, para mi persona, para mi país, para mis correligionarios...
Oiga, ¿por qué no se desnuda y se ducha y se cambia totalmente de ropa y luego venga y a lo mejor si se mirara de nuevo al espejo se daría cuenta de lo que significa ser una persona de verdad, con ropa nueva y el cuerpo dignificado, limpio, fresco, saludable, erguido; un cuerpo listo para la vida, para el trabajo, para las mujeres, para ocupar espacios urbanos, para hacerse visible; para testimoniar su existencia y su presencia....cuerpos, cuerpos, cuerpos y ropas que los ocultan y los disfrazan y los disimulan y los hacen moralmente aceptables.... seres biológicos....tejidos orgánicos, flujos líquidos...agghhh!!!

2 comentarios:

  1. ¿Por qué lee tanto? Oiga, por qué lee tanto...Tanto libro, tanto periódico, tanta revista, tanto boletín oficial, tanta lectura, tanta letra, tantas letras, muchas letras, millones de letras; infinitas letras que se extienden por todos los recovecos de su cerebro trastornado y pocho...Dígame...¿Por qué lee tanto? ¿Qué hace ahora con ese grueso volumen sobre escolástica medieval? Y ¿por qué tiene esos ojos tan embotados, tan cansados, tan rojizos; bordeados por esas bolsas carnosas y esa mirada de profundidad incierta y desconcertante? Ayer se pasó el día leyendo en este cuartucho sin ventilar desde hace días y sus ojos iban circulando por la letra impresa y la letra impresa le iba marcando el alma, le iba incrustando sus formas materiales en el tejido cerebral, en sus neuronas, en sus infinitos rincones mentales indefinibles, inalcanzables, inexplorables..agghh ... me da usted miedo con tanta lectura y tantas letras circulando por su cuerpo transformándose en inmaterialidad, en invisibilidad, en fantasmagoría, en imaginería, en incorporalidad. ¡Pare de leer! ¡Por favor deje de leer! Me está usted poniendo enfermo. Es usted un ser fantasmal. Usted no tiene más realidad que la letra impresa, su alma es todo un laberinto de reflejos entre espejos y la mucha tinta resulta tan tóxica que su mundo no es más que veneno sublimado en forma de delirios...
    Oiga, deje de leer y escuche mi voz viva, mi voz transparente y plena de emociones y realidades palpables y verdaderas. Oiga, abandone su laberíntico mundo de las significaciones y dese cuenta que todo proviene de una materialidad trastornada que busca su liberación del mundo. Tinta, papel, nervios, células, cerebro, masa cerebral...aghh! me mete usted miedo deambulando por esos abismos mentales..pare, pare de leer y vuelva al mundo de los humanos...

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  2. Allí donde te encuentres: un fuerte abrazo. Dijo el Profeta.

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