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domingo, 14 de septiembre de 2014

EL CUADRO DE NUESTRO PADRE ABRAHAM

Fue durante el paseo de la Avenida Godoma a la Plaza Somorra cuando vi el cuadro de nuestro padre Abraham sentado a la entrada de su tienda de campaña y sus criados le escanciaban vino espeso en un cuenco de barro. Detrás de la tienda podía ver el Monte Arafat muy a lo lejos; o quizás era el monte Hermón. Podía ser también el Sinaí. Pero era un monte hermoso rodeado de nubes. Para llegar al monte había que atravesar primero un desierto; luego un huerto casi infinito lleno de frondosos árboles frutales plagados de serpientes parlantes. Y luego había que atravesar un lago de fuego usando una barcaza de hielo.
Me quedaba absorto viendo aquel cuadro de nuestro padre Abraham en aquel escaparate de la Avenida Godoma. Porque en el cuadro había más y más sugerencias al óleo y grandes pastos y grandes pastores y hermosas esclavas que parecían felices viviendo con nuestro padre Abraham. La combinación de colores invitaba a una profundidad de texturas espirituales jamás inalcanzables ni comprendidas en su pura esencia. Yo quería aquel cuadro. Compraría ese cuadro. Siempre había soñado tener esa imagen de nuestro padre Abraham. Un hombre bueno, a quien todos respetaban y obedecían porque sabía ser bueno y sabio y obediente a Adonai. Allí, sentado a la entrada de su tienda a punto de beber un vaso de vino fresco escanciado por uno de sus criados y luego he ahí la profundidad de los caminos de D-ós que han de alcanzar la cumbre del Monte Divino, sea cual sea su nombre. Amén.
El señor de la tienda me dijo que ese cuadro ya estaba vendido al viejo rabino que cuida día y noche la tumba de Moshé ben Maimón a las afueras de Tiberíades. ¿Quién lo había pintado? preguntaba yo.El señor de la tienda me dijo que yo ya era la séptima persona que entraba para comprar el cuadro y lo curioso era que cada uno veía algo diferente en aquel cuadro de nuestro padre Abraham. Cada uno veíamos algo sorprendentemente diferente de nuestro amado y respetado padre Abraham, bendita sea siempre su memoria.